martes, 15 de julio de 2014

Los griegos ¿el origen de nuestra libertad?

Aunque suene retórico, para los griegos la eleuthería -<<libertad>>- era, más que un concepto, una forma de vida. Se trataba de la capacidad de no rendir cuentas más que a sus dioses, de no arrodillarse ante ningún otro ser humano, de obedecer tan solo las leyes que consideraban justas y que ellos mismos se otorgaban. Cierto es que esa libertad no la hacían extensiva a todo el mundo y que la consideraban un patrimonio casi exclusivo de ellos, los griegos. Pero, en mi opinión, gracias a que los griegos, y entre ellos los atenienses, empezaron a creerse ciudadanos y no súbditos, libres y no esclavos, todos los demás hombres y mujeres podemos aspirar a lo mismo.
<<Javier Negrete>>

2 comentarios:

  1. Rendir cuentas a dioses y obedecer leyes son formas de esclavitud mental.

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  2. Para los atenienses no. En el caso de los dioses era porque su poder era ineludible, te iban juzgar sí o sí, por lo que más valía tener eso en cuenta a la hora de actuar. Interpretando esto en un sentido más actual, quiere decir que ante lo inevitable es absurdo oponerse, y que más vale tenerlo en cuenta y actuar en consecuencia. Si por dioses entendemos hoy día la naturaleza, eso quiere decir actuar teniendo en cuenta lo que sabemos del mundo natural gracias a las ciencias. No seremos más libres por intentar volar saltando de un edificio a otro yendo contra la ley de la gravedad. Tendremos que conocer y asumir lo que las ciencias nos dicen y actuar luego creativamente en consecuencia. Por ejemplo, si mezclo rojo con amarillo obtengo naranja, eso es inevitable, pero puedo pintar muchas cosas de color naranja. La libertad no es tanto la ausencia de normas o límites sino precisamente esas normas o límites son sus condiciones de posibilidad: sin ellas no seríamos más libres, es que no seríamos libres. Lo que le pasaba a la paloma de Kant, que creía que volaría más alto si no fuera por la ley de la gravedad cuando es justamente al contrario: vuela gracias a ellas.
    En cuanto a obedecer las leyes, los atenienses se sentían libres precisamente obedeciéndolas porque ellos mismos eran sus artífices: su sistema democrático hacía que las leyes de la ciudad fueran las que ellos mismos debatían y votaban, al obedecerlas, se obedecían a sí mismos. Es por eso mismo que Sócrates, pese a ser condenado a muerte, aceptó la condena y bebió la cicuta en vez de huir como le decían sus discípulos. Él había participado en la elaboración de las leyes y no podía cumplirlas solo cuando le beneficiaban. Él había aceptado las reglas del juego democrático (la regla de las mayorías) y no podía ponerse por encima de esas reglas, porque entonces no sería un hombre libre sino un tirano que se coloca a sí mismo por encima de las leyes que se hacen entre todos. Sócrates lo explica en el diálogo platónico de “Critón”.

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